ALBERTO, un actor de culebrones que duran casi lo que dura la vida misma, se enfrenta a la realidad de un acto publicitario: pasar una noche con una espectadora, FELICIDAD, ganadora del concurso que ha convocado la producción de la serie.
A partir de este momento comienza un sueño o, quizás, una pesadilla en la que interviene todo el equipo de producción de la televisión pues los que eran regidores pasan a ser camareros, los cámaras marineros, mientras que los figurantes son los pasajeros y comensales de barcos y restaurantes donde transcurre la acción de esta fiesta donde uno no sabe a ciencia cierta si es realidad o ficción.
Este trayecto donde se mezclan el amor y la aventura acaba en un paisaje de la mente desordenado donde la guerra y el sinsentido pueblan la escena. Tal y como lo hace veinticuatro horas al día la televisión
La escritura de "Los payasos" nace como un acto de amor, aunque no de respeto, a dos medios: el circo y la televisión. Y es que tanto circo como televisión siguen caminos muy cercanos al teatro, quizás grotescos, pero caminos teatrales a la postre.