La pieza, articulada en dos movimientos, está escrita como homenaje a la figura del compositor argentino Alberto Ginastera. Por este motivo, su lenguaje está basado en procedimientos técnicos empleados por el célebre creador, tanto en la parte melódico-armónica como en la rítmica. Se trata de un díptico cuya primera parte es una especie de introducción lenta que anuncia algunos de los elementos que serán desarrollados en la segunda sección de tempo allegro. Este último movimiento se caracteriza por su constante heterorritmia y el carácter concertante del grupo de solistas y la orquesta. El rol de las placas y la multipercusión , altamente protagónico, exige gran solvencia técnica de los intérpretes y mucha precisión rítmica en el ensamble con la orquesta. En el aspecto melódico, esta obra está construida utilizando una escala heptáfona propuesta por el autor.