El hijo de otro
¿Cómo había acabado un miembro del club de rancheros de Texas cuidando de un bebé?
David Sorrenson había sido militar, por lo que sabía mucho sobre el peligro y la seguridad, pero nada sobre niños. Marissa Wilder era su única solución. Aquella muchacha sensata y familiar sabía muy bien cómo cuidar a un niño y aceptó el trabajo de niñera... que la obligaría a vivir en el rancho de David. Él soñaba con compartir con Marissa una noche de pasión... o dos, aunque sabía que ella merecía algo mucho más duradero. Vivir con ella le haría sentirse muy confundido, tanto que incluso podría pensar que se estaba enamorando...
Encerrados con el deseo
Clint Andover estaba convencido de que la enfermera Tara Roberts era sinónimo de problemas.
Cuando Tara empezó a recibir amenazas, Clint supo que debía protegerla, pero ella parecía empeñada en no hacer caso de sus advertencias... y en hacerle hervir la sangre de deseo. Tara era una mujer independiente e irresponsable que no dejaba que nadie se acercara demasiado a ella. ¿Qué podía hacer un texano como él? Por de pronto, ocupar el sofá de su casa, aunque prefería su cama y, mientras estaba encerrado con la bella Tara, quizá consiguiera encontrar la llave de su corazón.
El recuerdo de una noche
Quizá el amor que habían compartido lo ayudara a olvidar el pasado y luchar por su nueva familia...
El día de Nochebuena, Travis Whelan llegó a Royal y se encontró frente a frente con Natalie Pérez, la única mujer a la que no había podido olvidar... y con un bebé cuya existencia desconocía. Había pasado casi un año desde aquella noche que Travis había pasado junto a Natalie, un año desde el día en que su orgullo había quedado herido para siempre. Sin embargo, el recuerdo de aquella noche seguía vivo. El peligro había perseguido a Natalie hasta Royal, y Trav era el único en el que podía confiar para proteger a su hija...