Este libro recopila apuntes de trabajo aplicados al Mes de Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, que servirán como propuesta de acompañamiento para quienes deseen acercarse a la experiencia. Dice el autor: Así como deseamos "pastores con olor a oveja", también necesitamos "creyentes con olor a tierra". El olor a tierra es algo que evoca nuestra niñez, cuando corríamos descalzos y jugábamos al aire libre con toda naturalidad. Esta propuesta del mes ignaciano quiere desarrollar ese tipo de discípulos misioneros con olor a tierra, transpirados por el cuidado de la creación, atentos a los más postergados del país, sin perder contacto con su propia fragilidad de niños/as. Siempre en fidelidad al texto autógrafo de San Ignacio, este texto busca incorporar la Encíclica Laudato Si (LS), sobre el cuidado de la casa común. Allí dice el Papa Francisco que la espiritualidad debe vivirse en conexión con el propio cuerpo, con la madre tierra y con las realidades de este mundo. Sabiendo que es un intento incipiente y perfectible, se ofrecen los Ejercicios Espirituales como un camino "inseparable de la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior" (LS 10).