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Patricia Treece (1938-2016) es autora de libros aclamados por la crítica sobre santos y temas relacionados, como el misticismo, la curación y los fenómenos sobrenaturales.
Francisco Forgione, el padre Pío, nació en Pietrelcina, en el año 1887 y falleció un 23 de septiembre de 1968, a los ochenta y un años de edad, en el convento de los Padres Capuchinos, en san Giovanni Rotondo.
De una familia devota, humilde y trabajadora, creció con una salud endeble y enfermiza. Desde muy niño deseó ser sacerdote y a los dieciséis años fue aceptado en el noviciado de los Capuchinos, donde demostró ser un novicio ejemplar, puntual, y obediente de las reglas.
En el año 1910 fue ordenado sacerdote y prontamente, a partir de 1911 hasta 1918, tuvo los estigmas invisibles que luego se hicieron visibles hasta tres días antes de morir donde milagrosamente se le cerraron sin dejar huellas en su cuerpo. Fue el primer sacerdote estigmatizado.
Hay cientos de testimonios del perfume a flores que percibían quienes se acercaban al padre Pío y todos coincidían en afirmar que ese olor provenía de la sangre de sus llagas. El fenómeno de sus estigmas, semejantes a los de Jesús, hizo que miles de personas acudiesen a San Giovanni Rotondo para asistir a sus misas pretendiendo que los bendijese. Muchos acudían a confesarse y comentaban que antes de que pudiese contarle sus pecados el padre ya los conocía.
Su ministerio despertó un mar de críticas y escándalos. Se lo tildó desde neurótico a fabulador y tuvo resistencia, dentro y fuera de la Iglesia. Pero es cierto que miles de personas recibieron por su intermedio la gracia de convertirse y reconciliarse con el Señor. También hay muchísimos reportes de sanaciones de todo tipo, y también afirman haberlo visto en dos lugares al mismo tiempo (bilocación) o asistir a un moribundo en su lecho, mientras él permanecía orando en su celda del convento. Realmente un ser único y extraordinario con un infinito amor al Señor.
En sus misas entraba en prolongados éxtasis y arrobamientos, su rostro se transfiguraba en amor por la sagrada eucaristía, y vivía activamente la renovación del sacrificio del Señor. Su otro gran amor fue la santísima virgen María, en la advocación de nuestra Señora de la Guardia y el profundo amor filial que le dispensara.
Desatada la segunda guerra mundial el padre Pío fundó "Los Grupos de Oración del Padre Pío" cumpliendo un sueño que tuvo desde niño cuando se reunía en su casa a rezar el rosario junto al hogar. Decía: "La oración enternece el corazón de Dios"; y pronto surgieron grupos de oración en Italia y posteriormente en todo el mundo. Su gran legado a su pueblo fue la creación de la "Casa para alivio del sufrimiento" un enorme hospital que hoy se levanta como testigo de su amor por cada uno de los que sufren. Sus últimas palabras fueron "Jesús, María" que repitió hasta la hora de su partida.
Su multitudinario funeral duró cuatro días para que la multitud de peregrinos pasaran a despedirse. Se calcula que hubo más de 100.000 participantes en el entierro. Luego vinieron las condolencias y los reconocimientos de todas partes del mundo, aún hoy son miles los que visitan su tumba y pueden ver su cuerpo incorrupto. Son muchos más los que admirados se dejan impregnar del verdadero legado de un humilde hombre de fe que vivió enamorado de su Dios y de los hombres, "Quiero ser solamente un fraile que reza". Lo fue y lo será, dando la gloria a Dios, por toda la eternidad. |