En la época colonial novohispana una pareja se conoce y se enamora, pero las condiciones que los rodean y la vida que llevan no les permiten disfrutar de su amor, al menos no durante esa vida. Se seguirán encontrando nuevamente en el futuro sin saber que ya se amaban desde antes, en otras culturas, en otros sitios, siempre ellos, siempre Malena y Emiliano.
Durante sus vidas aparecerán de forma constante dos cuadros pintados al óleo en la antigua Valladolid (hoy Morelia), dos cuadros que se complementan para crear una sola imagen y que serán la clave que explicará sus recurrentes encuentros, desencuentros y desenlaces.
Cada tiempo los retará a permanecer juntos, pero para ello tendrá que cumplirse la profecía que sólo muy pocos conocen y que califican como una bella leyenda colonial.
Descifrando mensajes ocultos y criptogramas, viviendo su amor romántico y la pasión que los desborda e incinera sus cuerpos, desde Zacatecas hasta el Golfo pasando por Aguascalientes, Los Altos, San Luis, Querétaro, México, Veracruz, Campeche y Europa, por tierra y por mar, tendrán que superar batallas, piratas, guerras, traiciones y todo para vencer al destino que se empeña en atraerlos y separarlos de forma caprichosa. Vida y muerte se alternan entre ellos. ¿Estarán condenados a repetir el ciclo de la misma forma en que se repiten y predicen los eclipses?
La magia y hechicería se antojan como una explicación de la situación, pero hay una razón para que todo esto ocurra, un motivo que se esconde a simple y plena vista del lector. La llave que explica todo está en la celda 59.
Reencontrase es difícil; mantenerse juntos, aún más.