Una talentosa pianista sorda.
Su anciano abuelo, incapaz de abandonar su despacho.
La madre de la joven, una mujer obsesionada con virus y bacterias.
Y el padre de la criatura, un sastre que luego de arduos esfuerzos por concretar el proyecto de su vida, se ve privado de él a causa de un conflicto que, tras permanecer un largo período en estado de latencia finalmente ha estallado en forma de guerra civil, algo que los obliga a refugiarse en el frío e inhóspito hogar fundacional del clan.
Una casa de Lobos que será el escenario de rencores, intentos de reconciliaciones o pactos con el pasado; de charlas silenciosas, de piedras e instrumentos musicales raros; paisajes montañosos, nieves y tormentas; de barcos, peces y pájaros; tónicos, bálsamos o aceites para bigote; de facciosos locutores de radio, problemas mentales o litros y litros de desinfectante; de telas por supuesto, e hilo, aguja y afiladas tijeras de sastre; de peleas y golpes de boxeo; de libros; de una tierra por descubrir o una diosa en un pozo y sus fanáticos servidores; de leyendas, y algún que otro espectáculo...
Localizada en un punto cronológico comprendido entre la periodista y el profesor de El comedor de relojes, Casa de Lobos sigue en cualquier caso la línea temporal marcada al final del primer libro de esta serie de tres, y explora el importante suceso que supondrá un punto de inflexión en el devenir de las siguientes historias.