El presente libro se basa en las enseñanzas clásicas de la espiritualidad cristiana y toma muy en cuenta las vidas de los santos.
El discípulo de Cristo sabe que está llamado a ser perfecto como el Padre celestial es perfecto; pero también sabe que esta perfección a veces se ha malentendido; como si se tratase de algo excesivamente complicado, que solo unos pocos genios de la santidad son capaces de entender y llevar a cabo. Pues bien, a lo largo de estas páginas he querido transmitir solo una idea: Todo el camino de la santidad puede ser concentrado en la práctica de la perfecta alegría. Esto no sucede de una vez ni fácilmente. Es una senda ardua que involucra todos los demás elementos de la vida espiritual. Pero, a diferencia de otras maneras de plantear la vida cristiana, colocar el quicio en el ejercicio de la alegría interior simplifica grandemente el plan a seguir.