La Constitución Dogmática del Concilio Vaticano II "Dei verbum" (1965) dio un gran aliento para una asimilación novedosa de la Biblia en la liturgia y en la catequesis, como también en los grupos, los encuentros, la docencia y los cursos de formación. Sin embargo, la experiencia nos dice que esta actividad no carece de escollos. Se plantean numerosas cuestiones: las relaciones entre Palabra de Dios y palabras humanas; los vínculos entre Palabra de Dios, Tradición y Escritura; la escucha misma de la Palabra de Dios en las Escrituras. Aparece así una palabra clave: "interpretar". Una palabra que también es un camino.